martes, 5 de junio de 2012

Cioran o el misticismo gnóstico



Acabo de terminar el aciago demiurgo, de E.M.Cioran, y no pienso en la ataraxia, en ser uno con el universo o en los giros de los derviches. Acabo de cerrar la última página de un libro tremendo por su inteligencia: un libro parafraseado e imitado por gente de la talla de Fernando Savater o Bolaño, inter miles. Cuando leí sus "silogismos de amargura" dí gracias a Dios (ese Dios en que él pretende no creer) por haber creado alguien capaz de describir lo indescriptible, y me maravillaba cuán cerca, casi chocando, estaba ese párafo fatal del poema "pursuit" de Stephen Dobyns con los postulados de Don Emilio sobre el estúpido motor de la mayoría de los actos vitales.

Siempre he considerado que somos ardillas encerrada en una jaula que nos limita, rodeadas de un mundo exterior que, al igual que los pececillos abisales que estarán ahora poblando los mecanismos atómicos del hundido Kursk (gracias, Doctor Gargunza), no deja de existir en su complejidad por el mero hecho de que no lo comprendamos. Ardillas a quien algún hacedor (creador de la carnalidad o no) nos ha puesto una rueda que, simultaneamente, agota nuestras energías y nos conduce, entretenidos, hasta el momento último en que, quizás, nos asomemos al exterior del Acelerador de Partículas en cuyas oficinas algún ser irónico había colocado nuestra jaula. Animales inconscientes de que, a una corta carrera de distancia de nosotros, se está experimentando con antimateria, quarks y partículas subatómicas que, escindidas y separadas, no pueden olvidarse de su alejada gemela: Cioran, Alan Moore y un montón de gente explican todo esto mejor que yo, así que no sigo.

Pero... sí un pequeño pensamiento. Nadie verdaderamente impregnado del gnóstico deseo de hacerse uno con el universo puede hablar -escribir- tan vehementemente como Emile Cioran. Recuerdo la tranquilidad de Harry Haller pensando que era el dueño del fin de su vida. Lo engarzo con el vikingo "cuando uno ha agotado su razón de ser, es odioso obstinarse" de las reflexiones sobre el suicidio vertidas en mi reciente -y aciago- demiurgo, y pienso qué pasaría si ese todo, ese universo en que todo gnóstico desea integrarse, en verdad no ostentara una conciencia cósmica o, cuando menos, ese acto de integración nos hiciera perder la nuestra. Entonces no formaríamos verdadera parte de esa totalidad salvo, empero, los restos orgánicos de nuestra ya decaída materia: de tal modo, ese espíritu tan valorado por los gnósticos veraderamente desaparecería, y lo único que realmente se integraría en el todo sería la materia putrefacta que, precisamente, es lo úncio verdaderamente odiado por todo gnóstico que se precie. Y así, asistimos a la paradoja de que lo único que se hace uno con el universo es, precisamente, lo más denostado, los restos podridos de la materia que siempre ansiamos abandonar. Al abandono por la putrefacción. De ahí que el gnóstico caiga en una exaltación más propia del místico Ramillete (o del marqués de Sade, lamentablemente), que de alguien que aspira a racionalizar el abandono de todo lo material. Dicho fallo es percibido por el propio Cioran, que intentaba esconderlo como "pasión por el estilo": ¿y si lo único que se perdiera en el acto de trascender fuera la conciencia de ser uno mismo? Lean la tesis del Sr. Savater sobre Cioran, y piensen no conmigo, sino más que yo.

Mala cosa, la filosofía



"Each thing I do I rush through so I can do something else. In such a way do the days pass..." (Pursuit. Stephen Dobyns)


"Siempre quiero algo diferente a lo que tengo y cuando obtengo ese algo distinto (cuando lo logro) parece que ya no es tan bueno como pensaba o parecía, y es cuando miro hacia otro lado (para tratar de olvidar aquello que tengo y que no es lo que yo quería) y descubro que no, que estaba equivocado, que precisamente esta ahí, mi meta, mi objetivo, mis anhelos están ahí, y comienza la lucha otra vez" (Silogismos de amargura. Émile Cioran)


9 comentarios:

Anónimo dijo...

Toda esta sapiencia enmarañada se resume en na sola palabreja: ¡Pozí!

Anónimo dijo...

Perdón por haber dejado a la "na" huérfana de la "u", la frase no queda todo lo contundente que debiera y el ¡Pozí! pierde parte de su trascendencia.

demagophobe dijo...

Joer, con lo que me había costado escribir el post...

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Hace mucho que no leo un articulo tan bueno sobre Cioran. Gracias.
PD: Cioran es indefinible, aunque a veces me parece que pude uno decir que e sun poeta cabal.

demagophobe dijo...

Vista la talla de tu blog, es una verdadera satisfacción que pienses así: gracias a tí.

Anónimo dijo...

De nada :). Oye, me gustaria seguir tu blog, que me árece fabuloso pero no me aparece la opción. Tal vez no esté activada en gadget, en diseño de blog. Saludos.

Rodericus Ignatius XVII dijo...

Hola, muy buen texto me gusta. Puedo enlazarlo a mi blog? http://emcioranbr.wordpress.com/

demagophobe dijo...

Será un placer, Roderico